Ex director de El Diario de Escobar despidió afectuosamente a Guzmán
Carlos Maipah, quien reside en Brasil, utilizó la red social para saludar al jefe comunal saliente, de quien destacó “su tolerancia y el código que demostró siempre tener. Jamás pidió nada a cambio de resolver un problema o ayudar”.
Fue una de las personas más reconocidas de Escobar. Con aplausos y críticas, siempre tuvo un perfil alto. Ya no es el director de El Diario de Escobar ni toma café en la esquina de María Pía, pero aún así intenta, a la distancia, no pasar desapercibido.
Antes de la salida de Sandro Guzmán de la intendencia tras ocho años, Carlos Maipah lo saludó cálidamente. “Gracias, Sandro… a pesar de todo hiciste bastante”, tituló el periodista, hoy en Brasil, dedicado a otro rubro.
“En momentos en que pegarle (a él y a otros gobernantes) pareciera ser deporte nacional creo que es un acto de justicia decir exactamente lo que siento y pienso, aun cuando no sea lo más conveniente para mí. Difícilmente Sandro sea recordado como el mejor intendente de la historia…de eso estoy seguro, pero recordarlo como el peor… me parece injusto”, mencionó en Facebook.
“Sandro, junto a Patti y Ferrari Marín fueron los intendentes que mas obras dejaron. El Centro Oftalmológico, el Odontológico, el de Rehabilitación, la repavimentación de la Ruta 9 vieja, ensanche de la 26, parque de maquinarias y vial, piletas, polideportivos… y así podría seguir por un buen rato”, justificó.
“¿Motivos del deterioro de su imagen a pesar de las obras?… Muchos. Las acrobacias políticas procurando quedar en sintonía con las autoridades nacionales y provinciales; un entorno que priorizó la ideología y la militancia ortodoxa en lugar del sentido común y la razón o el derecho; el cultivo de un perfil excesivamente bajo; las luchas intestinas entre varios allegados que se probaban el traje de intendente sin darse cuenta que ni siquiera sabían atarse los cordones de los zapatos sin la ayuda de su jefe político. Buscando su bendición se convirtieron en una gavilla de obsecuentes impresentables. Y así les fue… a ellos y a Sandro”, resaltó.
“Rescato de su gestión las obras que quedaron, su tolerancia y el código que demostró siempre tener. Jamás pidió nada a cambio de resolver un problema o ayudar. Esta actitud le trajo muchos conflictos con sus filas propias, acostumbradas a la extorsión como forma de hacer política. Y esto lo podrían decir cientos de vecinos e instituciones. Solo que algunos tienen miedo de quedar »pegados» y permanecen con la boca callada. Integrantes de su entorno confundieron su forma de ser con flaqueza y abusaron… realmente abusaron. Advirtió a su equipo que iba a elegir para su relevo al que mejor trabajara pero sus delfines se convirtieron en mojarritas que solo sabían chuparle las medias… a él y a Walter, cuya hiperactividad contribuyó a la confusión. Es muy difícil para militantes formados en la verticalidad ortodoxa comprender un doble comando que, para peor, no siempre iba para el mismo lado”.
“Con ese escenario no era muy difícil destruirlo a través de campañas en las redes sociales. Escuche y leí cientos de veces que estaba internado, etc. etc. en tanto yo me había reunido con él horas antes y días antes. »No vale la pena contestarles», decía. »Van a seguir creyendo lo que quieren creer». Cuando advirtió el deterioro que esos rumores estaban provocando ya era demasiado tarde y hasta parte de su entorno creía aquellas mentiras.