Carrascosa: «Tengo la grandeza de ser inocente»
El viudo, quien fue absuelto por el crimen de su esposa, afirmó además que su «primer objetivo es ser libre, ser querellante y ahora saber quién mató» a su mujer. En el último año residió en Escobar y en Luján.
Carlos Carrascosa, quien fue absuelto por el crimen de su esposa María Marta García Belsunce, afirmó a la prensa que tiene «la grandeza de ser inocente», porque «si fuera culpable estaría saboreando tres botellas de champagne».
«Como dijo (Nelson) Mandela, cuando salgas de la cárcel olvídate de quien fue tu enemigo. Yo puedo olvidar porque tengo la grandeza de ser inocente, y cuando vos sos inocente pensás distinto, si yo hubiera sido el culpable hoy estaría con tres botellas de champagne saboreando y para mí no, para mí es un hecho más de justicia, por eso es que estoy tranquilo», señaló.
En declaraciones a la prensa en la puerta de la vivienda donde cumplía prisión domiciliaria, Carrascosa aseguró que su «primer objetivo es ser libre, ser querellante y ahora saber quién mató» a su mujer.
Al ser consultado si pensaba hacer una demanda por estos siete años que estuvo preso el viudo de García Belsunce adelantó que «por supuesto que sí».
Con respecto a si tenía la convicción de que se sabrá la verdad sobre el crimen de su esposa, destacó que si no la tuviera «no estaría haciendo» lo que hace y sostuvo que su mujer «seguro» conocía al asesino «por eso la mataron».
Sobre el hecho, expresó su convencimiento de que entraron a robar a la vivienda y que «seguramente» era alguien que conocía el country y la casa, porque «en el Carmel, antes hubo varios robos y la persona que robó estuvo condenada un año».
Preguntado acerca de si tenía miedo de ser condenado por la sociedad o por los medios, Carrascosa respondió «para nada» y explicó que tuvo «ocho internaciones, en distintos sanatorios», y «nunca» ha «pasado un mal momento.
«Las pocas veces que me ha tocado andar por la calle nunca sentí una agresión, al contrario, sentí gente que me decía fuerza».
«Realmente si algo me llevo de positivo en la vida -añadió- es que yo sé quiénes son mis amigos. Hay mucha gente que se muere y no sabe quiénes son sus amigos».
Luego admitió que hubo gente que lo defraudó, que hubo «agendas que se borraron, es así, es normal».
Carrascosa comentó que se enteró de su absolución a las 10 de la mañana cuando lo llamó «una amiga» y que «estaba totalmente dormido», pero aclaró que la noticia no lo sorprendió.
«No ando bien de salud y me quiero cuidar un poco. Estoy jodido, tengo problemas cardíacos, problemas hepáticos tengo EPOC y tengo setenta y dos años que pesan», detalló para definir su actualidad.
Sobre los medios de prensa opinó que «hay ciertos periodistas que tienen una falta, que es que la primicia está primero y antes de chequearla, entonces muchas veces dicen cosas que no chequearon y las repiten».
Sin embargo, agregó que «en conversaciones con muchos» periodistas le «daban la razón, pero siempre dependían de algún medio, y los medios tenían alguna objeción que hacer sobre mi persona, pero les agradezco muchísimo porque no me siento agredido por nadie, simplemente, lo único que espero es que de acá en adelante me den una mano».
Finalmente, dijo sentir «una sensación de alivio de obtener la libertad, ser libre, y que la justicia realmente haya obrado como la Justicia» y contó que ya le «sacaron (la tobillera) los amigos del Servicio Penitenciario, que ya tenía incorporada a mi vida», dijo conforme.
«De todo este proceso aprendí lo que es la vida. Yo antes era un burgués, ahora sé lo que es la gente, por qué sufre la gente, que problemas tiene la gente, nosotros formamos parte del cinco por ciento de la población, el noventa y cinco por ciento del mundo se caga de hambre», concluyó.
Mientras esperaba la revisión de su condena, Carrascosa obtuvo la prisión domiciliaria en febrero de 2015. El Tribunal Oral en lo Criminal N° 6 de San Isidro dispuso otorgarle a Carrascosa prisión domiciliaria, bajo el monitoreo de una tobillera electrónica y luego de fijarle la caución de un millón de pesos. Así, el viudo de María Marte pudo abandonar la Unidad 41 de Campana, en donde estuvo alojado durante cinco años.