Con la frente bien alta
La salida de Pablo Ramos como presidente del Concejo Deliberante de Escobar no pasó desapercibida. Pero a diferencia de los casos de Cantero y Cali, el dirigente camporista tiene lo que no tienen otros: futuro y currículum. No es poca cosa. Por Gustavo García (*).
El golpe fue duro, si bien se venía rumoreando desde hace semanas y haciéndose fuerte desde el fin de semana previo. Hay quienes dicen que todo estaba definido hacía varios días, los más cercanos a él que la lucha se dio hasta las 18.00 del miércoles. Hasta que la matemática (y la política) demostraron que los números no daban.
Pablo Ramos, de él se trata, le tocó bailar con la más fea, dejar la comodidad de la Secretaría de Gobierno (con la suplencia en la intendencia incluso) para entrar en un terreno donde el sistema se comió crudo a dos presidentes en cuestión de meses. Claro, durante la década ganada de Elio Miranda nadie se animó siquiera a mostrar los dientes. Un poco de matemática (nuevamente) y un poco de miedo al status quo de la calle Asborno hicieron que nadie intentase ni una pizca de disconformidad. Ahora parece que todos son guapos e independientes…
Logró los consensos que ahora parecería que llegarán, logró que todos los expedientes claves del oficialismo salieran, que no haya polémicas (¿recuerdan a un tal Acero Cali?) y que todo se diera en un marco de tranquilidad, tanto política como legislativa.
En noviembre de 2016 Jorge Cali sacó sus pertenencias de la presidencia, las dejó con uno de sus asistentes en su vehículo importado y se fue, sin que el traspaso de la presidencia dejara una foto, como sí se dio con Hugo Cantero hacia el exluchador. Acá tampoco hubo foto, pero porque Ramos no fue destituido sino que culminó su mandato de presidente, aunque nadie imaginaba que luego del 6 de diciembre de 2017 ya no seguiría en el cargo, hay que reconocerlo.
Ya sea en la presidencia del bloque Unidad Ciudadana, en el Ejecutivo o donde fuera, Pablo Ramos seguirá con la misma línea de trabajo e idelogía que lo definió hasta ahora, pese a las críticas de algunos dirigentes que, por envidia o desidia, lo quieren lo más lejos posible. Pero eso no pasará.
(*) Periodista, docente, descendiente de Doña Eugenia Tapia de Cruz