Cuando la economía está en recesión, ¿el empleo cae en la misma magnitud?
La desocupación alcanzó el 7,7% en el primer trimestre de este año, según informó en los últimos días el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec). Por Ana Inés Navarro (*).
Los datos recientes relativos al desempleo y nivel de actividad del primer trimestre de este año, muestran una economía en recesión en la que el desempleo aumenta. La comparación respecto del año pasado devela que el Producto Bruto Interno (PIB) cayó 5,1% mientras que el desempleo subió a 7,7%, un crecimiento de 0,8 puntos porcentuales (p.p).
Desglosando los factores que inciden en el desempleo vemos que la tasa de empleo cayó 0,7 p.p en promedio para los 31 aglomerados urbanos (EPH-INDEC) mientras que, la oferta laboral, es decir la cantidad de personas que tienen empleo o están buscándolo activamente, se contrajo 0,3 p.p, morigerando el aumento de la tasa de desempleo.
Los datos muestran una realidad esperada, pero de menor magnitud a la que se temía a medida que se conocían datos puntuales de algunas industrias y sobre todo de la construcción muy afectada por el cese de la obra pública.
Con estos números de caída en la actividad económica, al menos en el primer trimestre del año, parece que las empresas han retenido a sus trabajadores, lo que dispara algunas preguntas. Una más técnica referida a la elasticidad empleo del PIB y otra más conjetural respecto de la motivación de las empresas por retener empleados durante una visible contracción de la actividad económica.
La primera se puede responder calculando la sensibilidad del empleo a las variaciones del producto, es decir la variación en el empleo respecto de la variación en el PIB. Ésta muestra un valor de 0,7, es decir muestra que el empleo varía en menor proporción que lo que lo hace el PIB. Es un cálculo simple que tiene sus limitaciones porque supone una relación lineal entre empleo y PIB y porque la causalidad PIB empleo, puede ser inversa. Además, ésta es una medida de la sensibilidad a corto plazo o contemporánea; muchos estudios muestran que a largo plazo la sensibilidad es mayor. Por otra parte, ésta es una medida de la sensibilidad promedio del empleo; si se desglosa por sectores y por género claramente los resultados son diferentes, más alineados con los ejemplos puntuales de industria y construcción que abundaron durante los primeros meses del año.
¿Por qué no hubo un desempleo mayor en promedio? Aquí empiezan las conjeturas. Probablemente las empresas han estado expectantes a los cambios de rumbo y sobre todo a la desregulación de numerosos aspectos que traban y encarecen sus actividades. No hay que olvidar que para las empresas sus empleados son un activo valioso y contrariamente a lo que muchas veces se plantee cómo una relación antagónica dado que los salarios son un costo para las empresas mientras que para los empleados son su medio de vida, para ambos existen ventajas claves de la continuidad de la relación laboral. El segundo aspecto de ésta conjetura, objetivamente mensurable, es que en el mismo período los salarios reales perdieron en promedio 20% de su poder adquisitivo, lo que, sin duda, en un entorno de inflación alta ha colaborado a bajar visiblemente el costo laboral para las empresas.
En el segundo semestre, los salarios reales han comenzado a mostrar variaciones interanuales positivas desde el mes de abril -aumentos mensuales por encima de la tasa de inflación- a la par que hay algunos signos de recuperación de la actividad económica, especialmente en los sectores de agricultura y ganadería, pesca, minería, electricidad y agua, enseñanza, transportes y salud. En este contexto, el empleo registrado en empresas de 10 y más personas, mostró en el mes de abril un aumento en los despidos, no compensado con las incorporaciones de personas. Los datos de mayo y junio, aún se desconocen.
(*) Directora del Departamento de Economía de la sede Rosario de la Universidad Austral.