El gigantesco déficit comercial argentino con China va a contramano de los superávits de los países vecinos
Las advertencias proteccionistas de Donald Trump, la devaluación del real y las tensiones geopolíticas internacionales están reconfigurando el escenario externo para la economía argentina de cara a 2025, año clave para la generación de las divisas que el gobierno necesita para sostener el régimen cambiario, salir del cepo, consolidar la baja de la inflación y apuntalar una recuperación económica que, hasta ahora, se advierte en algunos indicadores de producción, pero no en el consumo, el empleo ni los ingresos reales de la población.
Además, en el verano 2024/25 el encarecimiento del país en dólares podría alejar a los turistas extranjeros y la debilidad del real promete un éxodo de argentinos hacia las playas brasileñas. “Desde la convertibilidad que no teníamos este tipo de cambio real contra el Real. A precios de hoy, para ‘Doña Rosa’ hace 22 años que no era tan barato irse a Brasil”, posteó Salvador Vitelli, economista del Romano Group, en la red X.
Con todo, el comercio exterior es una fuente de divisas de mayor peso y enfrenta desafíos más estructurales. Si bien en los primeros 10 meses de 2024 la Argentina acumuló por esa vía un superávit de casi USD 16.000 millones, esto resultó en buena medida de la drástica caída de las importaciones al inicio del año. Esa dinámica se atenuó en los últimos meses y se revertirá en 2025, con un aumento de las compras externas.
Rojo en expansión
En octubre, el intercambio con Brasil volvió a registrar saldo negativo, tendencia que se profundiza con China, con el que la Argentina tiene un déficit bilateral alarmante. Según los datos del Indec, entre 2008 y octubre de 2024 el rojo acumulado con Beijing alcanzó USD 86.366 millones. Esta cifra equivale a más del doble de la deuda con el FMI, casi el triple de las reservas brutas del Banco Central y cerca de 20 veces el costo de las represas sobre el río Santa Cruz, principal obra pública con financiamiento chino, paralizada hace ya un año.
En contraste, países vecinos registraron superávits significativos en su comercio con China. Tomando un período y una fuente común, el Trade Map del International Trade Centre precisa que entre 2008 y 2023, mientras la Argentina registró un déficit de USD84.517 millones, Brasil logró un saldo positivo de USD 220.741 millones, Chile de USD 121.984 millones y Perú de USD 25.181 millones.
Uruguay también registra saldos favorables, aunque menores, mientras que Paraguay, México y Colombia, tienen fuertes déficits. En el caso mexicano ese rojo se cubre con creces con el superávit de sus ventas a EEUU en industrias abastecidas por insumos chinos, lo que explica en parte la advertencia de Trump a México.
En 2014, Cristina Fernández de Kirchner (CFK) y el presidente chino, Xi Jinping, firmaron una “Asociación Estratégica Integral” que profundizó el déficit bilateral de la Argentina (con excepción de 2019 y 2020, afectados por la pandemia), hasta llegar a un rojo anual de más de USD 9.200 millones en 2023.
Chile y Perú, en cambio, optaron por Tratados de Libre Comercio (TLC) que les dieron amplio acceso al mercado chino. En 2023, las ventas de Chile a China fueron de USD 37.663 millones, las de Perú de USD 23.155 millones y las de Brasil de USD 104.300 millones, mientras las de la Argentina no alcanzaron los USD 5.200 millones. Peor aún, desde hace más de diez años Beijing, en nombre del “agregado de valor local”, restringe las compras de soja argentina casi exclusivamente al poroto.
Además, como señaló Infobae, desde 2020 el principal trader agroexportador de la Argentina es Cofco (China National Cereals Oil, & Foodstuffs Co), en origen un holding estatal dedicado a compra de granos y la producción y comercio de alimentos que en 2014 (año en que CFK y Xi Jinping firmaron la “Asociación Estratégica Integral”) adquirió el 51% de Nidera y el 51% del Noble Group, dos traders a los que embuchó por completo entre 2015 y 2016 para constituir en la Argentina una red de originación con 9 plantas de acopio, 3 de molienda de granos y una de biodiésel.
Puertos
Por cierto, Perú y Chile tienen salida al Pacífico y buena parte de sus ventas (también las de Brasil) son de “minerales, escorias y cenizas”, ítem en el que entran subproductos del hierro, el cobre y otros metales, pero también le venden agroalimentos, productos de la pesca, frutas y verduras por volúmenes y valores superiores a los que la Argentina coloca en China por todo concepto.
¿Hasta qué punto la retórica proteccionista de Trump, el alineamiento del gobierno de Javier Milei con el futuro presidente de EEUU y las tensiones comerciales y geopolíticas podrían alterar ese contexto? Además de advertir a Canadá y México que podría aplicarles un arancel del 25% si no detienen la inmigración ilegal y el tráfico de fentanilo, Trump dijo que los miembros del BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, más 5 países que se agregaron este año) enfrentarán aranceles del 100% si intentan debilitar al dólar creando una moneda para sustituirlo.
Una primera rareza, dijo Marcelo Elizondo, cabeza del capítulo local de la Cámara de Comercio Internacional y director de la consultora DNI, es que Trump condicionó la aplicación de aranceles a México y Canadá (a China ya lo había advertido previamente) a cuestiones no económicas. “Trump es un pragmático, no un ideólogo”, dijo Elizondo a Infobae: amenaza con usar instrumentos reñidos con la institucionalidad (México y Canadá son socios de EEUU en el Usmca, firmado en la primera presidencia de Trump) para reducir el déficit comercial y recuperar producción y empleos locales, blandiendo la amenaza como arma de negociación.
Argentina no le puede vender más a China porque no produce más. Hace 13 años el PBI no crece, desde 2007 el número de empresas exportadoras se redujo a la mitad (Elizondo)
Limitaciones productivas
Según Elizondo, en el caso argentino las razones del enorme déficit bilateral con China son más productivas que comerciales. “Argentina no le puede vender más a China porque no produce más. Lo haría si produjera más minerales y más alimentos y bienes manufacturados, pero hace 13 años el PBI no crece, desde 2007 el número de empresas exportadoras se redujo a la mitad y la pésima organización económica desalentó cualquier oferta exportable”, explicó.
Si tuviéramos más oferta, prosiguió, seguramente se le vendería más, aunque es cierto que en materias primas “China es muy selectiva, porque se guarda la cadena de valor; cambiar eso es más difícil, a menos que se haga en tándem con Brasil y el Mercosur”.
A esta lectura se suma Jorge Vasconcelos, economista jefe investigador de Ieral de Fundación Mediterránea, quien destacó que entre 2016 y 2024, Brasil incrementó 23,4% anual las exportaciones de petróleo, 11,2% las del complejo minero, 9,9% las agropecuarias y 7,9% las de celulosa.
Según el economista, la Argentina podría de aquí a 2030 generar algo parecido en energía y minería, pero debería romper la inercia en los sectores agropecuario y forestal. La historia reciente no es buen augurio. “Hay que tener en cuenta que la cosecha de granos en Brasil se incrementó en 115 millones de toneladas desde el 2016, contra apenas 5 millones en la Argentina. Es muy difícil encender el motor del campo con el nivel actual de las retenciones”, precisó.
La situación del comercio exterior argentino no es buena y se complicó más con Trump y la irrupción China en América Latina (Cristini)
La situación del comercio exterior argentino no es buena y se complicó más con Trump y la irrupción China en América Latina, dijo por su parte Marcela Cristini, economista de FIEL.
Además de venderle (relativamente) mucho y comprarle poco a la Argentina, China la desplazó de mercados (básicamente, otros países latinoamericanos) a los que antes la producción argentina (incluida ciertas manufacturas) llegaban gracias a la ventaja de la cercanía, por menor costo de transporte.
Esa ventaja ya no fue suficiente para compensar los subsidios y bajos costos de la producción china, cuya penetración dislocó el comercio intra-regional: antes el comercio entre los miembros de la Aladi (Asociación Latinoamericana de Integración) era el 25% del comercio regional, y con la llegada de China se redujo al 10%, precisó Cristini, y mencionó como ejemplo la pérdida de las exportaciones argentinas de calzado, una manufactura sencilla, cuya eventual recuperación, si la macro se ordena, requerirá inversiones, socios y tiempo.
Desventaja macro
Así como del lado del Pacífico Chile y Perú tenían ventaja geográfica, en el Atlántico el puerto más eficiente de Sudamérica es el de Santos, en Brasil, en el que muchos buques con mercadería argentina deben completar carga. “Ahí tenés una enorme ventaja de costo de transporte de los brasileños”, dijo Cristini a Infobae.
Además, recordó la economista, a partir de la pandemia y el replanteo de cadenas de valor, EEUU buscó reducir su dependencia de proveedores chinos y Beijing reorientó sus compras de agroalimentos hacia Brasil, que tenía una economía ordenada y garantizaba volumen y precios.
“Con Argentina había una relación más política, pero comerciar era difícil, acá China venía solo para completar; la primera elección siempre fue Brasil, por su macro ordenada”, dijo Cristini.
Con Argentina había una relación más política, pero comerciar era difícil, acá China venía solo para completar; la primera elección siempre fue Brasil, por su macro ordenada (Cristini)
El orden (o desorden) macroeconómico es determinante, coincidió Elizondo. “China quería invertir más en la Argentina, pero la macro no daba garantías. Sinopec (petrolera china que vendió sus activos en la Argentina a CGC, del grupo Eurnekian, por una fracción de lo que había pagado por ellos a Occidental Petroleum, de EEUU) es un ejemplo paradigmático: se fue por la brecha cambiaria, la dificultad para enviar utilidades, las intervenciones de precios, cuando había amistad política (con el kirchnerismo)”.
Además, prosiguió el analista, China nunca pudo consolidar la inversión en el Belgrano Cargas. Y con el perfil del actual gobierno argentino no es probable una negociación amplia. ”Milei quiere comercio sin compromiso político”, resumió Elizondo.
En cuanto al riesgo de que Trump desencadene una “guerra comercial” que termine afectando a todo el comercio internacional, Cristini no le dio tantas probabilidades. “Con China va a ir a cara de perro, con el resto va a negociar”, señaló. Para EEUU, agregó, no es razonable una suba general de aranceles, porque aumentaría sus costos, con riesgo de espiralización e inflación.
Gustavo Idígoras, presidente de la Cámara de Exportadoras de Aceites y Cereales (Ciara-CEC) recordó que en su primer gobierno Trump, “luego de una investigación muy dudosa impuso derechos antidumping y de subsidios a las ventas de biodiesel argentino y le hizo perder al país un negocio de USD 1.800 millones y, a partir de ahí, la Argentina ha tenido déficit comercial permanente con EEUU”.
Hacia adelante, agregó Idígoras, “apostamos a que las relaciones personales entre los presidentes lleven a un canal de diálogo tal vez mejor que el que pueda tener con otros países del mundo e implique que la Argentina tenga acceso a su mercado de biodiesel en aceite y en otros productos agroalimentarios”. En cambio, concluyó, la imposición generalizada de aranceles, “sería, siempre, una mala noticia”.
Amigos y geopolítica
A diferencia de otros momentos históricos, distinguió por su parte Elizondo, las actuales intervenciones de tipo “estratégico” no están reduciendo el volumen del comercio internacional, sino redireccionándolo. Al respecto, un estudio de la OCDE precisó que entre 2022 y 2023 el intercambio entre países políticamente cercanos creció 6%, mientras decreció 4,5% entre los de “clubes” geopolíticos distintos.
El experto descartó que la decisión argentina de excluir de la licitación de la Hidrovía a empresas que tengan participación estatal, lo que en los hechos deja fuera de carrera a las firmas de dragado chinas, provoque una reacción negativa del gigante asiático. “No creo que Beijing lo tome como algo anti-China. Lo que decidió el gobierno vale también para los demás países y responde a un posicionamiento ideológico del presidente Milei, que en la propia tapa de The Economist dice que siente un rechazo infinito por el Estado”, concluyó.