Evita y la sororidad
Este aniversario de Evita nos confirma, por un lado, la brevedad de la vida. Por otro, la posibilidad de permanecer en este mundo a través de nuestras acciones públicas aún mucho tiempo después de haberlo dejado. Por Cristina Álvarez Rodríguez (*).
La gloria es la dimensión política de la inmortalidad.
Evita se ganó para sí la autoridad de representar las aspiraciones y nuevos derechos de una gran mayoría de la Nación. Pero, ¿Qué permanece de Evita hoy? ¿Cómo sigue inspirándonos, especialmente a las mujeres, hoy? Un buen punto de partida es, en contra de prejuicios e inequidades, que demos crédito y aceptemos las capacidades de otras mujeres y hagamos público nuestro reconocimiento.
En su tiempo, no fue fácil. Avanzamos mucho, pero no lo es ahora tampoco. Como dice Marcela Lagarde, antropóloga mexicana, la autoridad de las mujeres es uno de nuestros recursos políticos más importantes. Quien reconoce la autoridad en las otras, aprende de ellas y amplía su experiencia y su orgullo de género. La sororidad es el apoyo de unas a otras para lograr nuestro propio desarrollo y bienestar, y así el del conjunto. Implica una propuesta política que permitirá enfrentar los problemas que nos limitan y amenazan. Las mujeres necesitamos hacer muchos pactos para avanzar, no alcanza con suponer que vamos a ser solidarias sólo por ser mujeres. En el Bicentenario de la Independencia Argentina, Evita nos propondría hacer efectiva la independencia de las mujeres argentinas.
Los varones tienen su parte. Muchos de ellos saben que con más de nosotras en todos los espacios de decisión, en el Estado y en la sociedad, nuestra democracia será mejor.
Un buen punto a debatir, ahora que está por tratarse una iniciativa de reforma electoral enviada por el Poder Ejecutivo, es el de la paridad electoral.
Impulsándose sobre lo hecho por el movimiento de mujeres, Evita logró que votáramos por primera vez. Ahora, llegó el momento de que seamos #UNAyUNO en los cargos electivos.
Una representación de 50 y 50 se acerca mucho más a la realidad. Vayamos por eso.
Tenemos una agenda de propuestas que cruzan los límites partidarios, los de las puertas de las casas y de los despachos.
Evita, en su identificación con el peronismo, impulsó acciones concretas que se desprendían de los valores de tres banderas: la independencia económica, la soberanía política y la justicia social.
En clave de género, hoy, independencia económica también podría ser acceder y conservar un empleo, ganar lo mismo por igual tarea y ser autónomas.
Soberanía política es paridad en la representación para igualdad de poder, la mejor garantía para los demás derechos.
Justicia social hoy es inclusión, vivir seguras, sanas y elegir y desarrollar efectivamente un plan de vida.
Me siento orgullosa de Evita. Y este año quiero, más que recordarla en el pasado, imaginarla hoy entre nosotras, con su voz poderosa y su amor infinito, abriendo futuros.
Cada vez que una dificultad nos parezca insalvable, recordemos que si Evita pudo, nosotras también.
(*) Cristina Álvarez Rodríguez. Diputada de la Nación.