Intentar reconstruir la Provincia de Buenos Aires sobre pies de barro es un fracaso garantizado

Parece que a los bonaerenses nunca nos llega esa maduración forzosa que producen los años. Parecería que la ansiedad por resolver la trágica situación en que vivimos nos impide ver más allá de la nariz o confundir el panorama. Tenemos la rara virtud de transformar en ídolo a cualquiera que se nos presente proponiendo la solución mágica, o ¡aceptar como ídolo al que nos propone seguir como estamos! Por Gabriela Hernández (*).
Cada uno de nosotros, los bonaerenses, tenemos la realidad al alcance de la mano para observarla e incluso, para sacarnos la venda de los ojos y descubrirla. Tenemos obviamente el derecho a equivocarnos, el derecho a creer una mil veces y siempre ser defraudados. Está en nuestras manos seguir igual o intentar el duro camino de estar mejor.
Aspiro -y no cesaré en ello- a que un día podamos poner los valores que nos lleven a superarnos en su sitio, tal vez no es aún el momento. Mientras tanto, seguimos construyendo ídolos de pies de barro, o vaya a saber quién los construye y los bonaerenses, los argentinos en general, los compramos.
Necesitamos sí un líder, alguien que nos guíe, que nos proponga crecer de verdad como sociedad, como economía; con sustento sólido en valores institucionales, transparencia, coherencia y servicio. Para un argentino, para un bonaerense, la zanahoria de la “baja de inflación”, “estabilidad”, etc. no lo es todo si no se refleja en su calidad de vida. Tampoco es suficiente llenarse la boca con el la defensa de
los más necesitados si nos quedamos en un slogan sin contracara en la realidad.
Necesitamos un líder, un líder salo, que podría incluso con el tiempo, devenir en “ídolo” pero en un ídolo de los buenos, un “ídolo” que la sociedad libre y sanamente construya y no que se lo impongan a través de los medios, subliminarmente -a veces desvergonzadamente- y creamos que lo aceptamos por propia voluntad.
Me asustan esos ‘youtubers’ que pretenden influir o crear tendencias. ‘Influencers’, ‘trendsetters’, que disfrutan del don natural de saber de todo y con autoridad, pontifican desde la redes un día en un sentido al otro en otro, con la misma cara de piedra y sin dar explicaciones. Y compramos, seguimos comprando como si fuera palabra de Dios. Gracias a la enorme eficacia del medio que emplean y de la multitud de adeptos que arrastran, serían capaces de convencernos de que somos estúpidos los que no votamos por su cliente de turno. Tienen el poderío de lograr que algo se convierta, de la noche a la mañana, en lo verdadero, la mejor opción, el salvador o se diluya en el vacío. Y, de nuevo, lo compramos.
Los “líderes” de verdad, son necesarios, aunque escasean. Son esas personas que con carisma, con el ejemplo de su conducta, con un saber decir y hacer, nos muestran el camino, nos conducen (ojo, “conducen” y no “arrean”) hacia el cambio de paradigma político, económico e institucional que haga ponerse de pie a nuestra provincia y avanzar.
Un buen “líder” es aquél al que le exigimos y responde, aquél capaz de mirar para atrás y corregir errores (“mala mía”), aquél que convoca y escucha, aquel que sirve a la sociedad y no a sí mismo. No es una persona admirada y amada con exaltación, sino una persona a la que se sigue y apoya con reflexión. Podrá un día alcanzar la categoría de “ídolo”; por ahora, necesitamos un “líder”. El liderazgo es sano, la
idolatría no siempre es reflexión.
El relato de la Biblia del ídolo de pies de barro es bien conocido: sin un sólido fundamento cualquier proyecto, cualquier persona puede venirse abajo a pesar de todo lo bueno que ofrezca; un proyecto se derrumba sin bases sólidas. No se construye sobre meras promesas; sólo algo que se levanta sobre sólidos fundamentos perdura. Lo bonaerenses estamos dando prueba de ello.
Es chocante que una sociedad que se cree ultramoderna, que confía en el poder redentor del conocimiento sin límites, siga aceptando determinados ídolos de escasa o nula consistencia. A pesar de ello, el resultado de las elecciones del pasado 7 de septiembre nos da claras muestras de que, por ahora, así es.
Tanta propaganda, tanta exposición en los medios, tanta “batalla cultural”, tanta demagogia… hasta el hartazgo es parte seguramente de que nos juguemos por lo conocido (“roban pero hacen”) o lo mediáticamente atractivo o “modernizante” o incluso desenfadado; cerrando los ojos y la mente a otras alternativas; alternativas menos ruidosas, menos pomposas, menos mediáticas, pero que construyen con solidez, sobre valores irrenunciables, sobre los valores que garantizan que no volvamos a venirnos abajo.
Nuestra sociedad, los bonaerenses, ciudadanos sufridos si los hay, en un gran porcentaje viviendo de manera casi indigna para los tiempos que corren, produce siempre o casi siempre, ídolos con pies de barro, tanto más admirados cuanto más vacíos. Ídolos que a adrede nos confunden, por ejemplo, nacionalizando una elección que era nuestra, era de la Provincia de Buenos Aires, era la chance para
elegir gente honesta que se centre y concentre en las soluciones que la provincia necesita.
Nos prometen siempre y en cada campaña lo mismo y jamás lo cumplen. Nos asustan con amenazas mentirosas -“o nosotros o el kirchnerismo”- cuando son más de lo mismo!!!!!, esgrimen como logro justamente el vacío que dejan en la provincia luego de muchos años de gobierno y nos lo disfrazan de redención del más humilde. Y nosotros, los bonaerenses, seguimos comprando esos ídolos de pies de barro.
Las imperiosas necesidades básicas que gran parte de nuestra población aún hoy, pleno siglo XXI, tiene, nos lleva sin dudas a buscar esas recetas mágicas – demagogia o avasallamiento- creyendo que puede haber una solución rápida a los problemas y encima, que esa solución vendrá de la mano de los mismos de siempre.
El pueblo no se equivoca al votar. Elige entre lo que se le propone o se le intenta vender. Y la mejor publicidad para su producto la tienen aquellos que cuentan con las arcas del estado para pagarla. Los demás, que intentan llevar su propuesta, lo hacen a pulmón, y eso lleva mucho más tiempo. Ya nos llegará el momento de sacarnos la venda de los ojos, de tener una mirada crítica y de buscar otras alternativas. O no…
Toca a cada uno de nosotros dejar de lado a los ídolos, descubrir esos líderes valiosos que ya hoy nuestra sociedad está proponiendo aunque les cueste darse a conocer, y ponerlos en el lugar necesario para que nos conduzcan con fuerza y honestidad.
Dra. María Gabriela Hernández
Concejal de Proyecto Escobar
Candidata a diputada nacional de Potencia