Periodismo low cost: la culpa es de todos y todas
A los periodistas nos gusta que nos saluden por el Día del Periodista. Si hay regalo, mejor. Pero el respeto no se gana si ese es nuestro horizonte. Nos cotizamos bajo, pero la culpa es toda nuestra. Por Gustavo García (*).
En tiempos donde la inflación crece, la credibilidad del periodista cotiza en baja. Está en picada. ¿La culpa es del contexto? Claro que no amigos, la culpa es nuestra. Y no es algo actual, son años de dejadez y la solución no vendrá a corto plazo.
La tecnología llegó para quedarse, y en buena hora. Pero si no la acompañamos con un poquito de estudio, esfuerzo y dedicación, todos los periodistas caeremos en la misma bolsa: redactores, escribas, trolls, locutores de bailanta (sí, esos que impostan la voz), operadores, opinólogos y cualquier otro que crea que estar frente a una computadora, micrófono y cámara es fácil.
En tiempos de post verdad, de mentiras en la red y jugadas de dudoso origen, el periodismo low cost se cotiza cada vez menos. Miremos la mitad vacía del vaso: la política escobarense en general tampoco ofrece tanto, la docencia dista de ser la mejor, el transporte tiene fallas, hay delincuencia, hay quiniela ilegal (no piensen que no existe más), narcotráfico, calles con pozos y siempre está el que te quiere pasar por arriba, esa picardía argenta que está en todas las esquinas.
Al repasar eso, un periodista escobarense reflexiona: “Ah no soy tan malo. Tengo errores ortográficos pero tengo mi pauta, cada 7 de junio me invitan a comer…”. Pero en realidad terminamos formando todos un mismo grupo, pese a que nos odiamos entre nosotros, un grupo donde desde afuera nos cuestiona una sociedad y no nos damos cuenta. Tenemos una orejera de vanidad e ignorancia que no nos permite ver el camino erróneo que seguimos tomando.
En tiempos donde las redes sociales nos muestran el camino equivocado y encima los que eligen el recorrido son los mismos de siempre, ese puñado de políticos que con cuentas fake en Facebok y mediocres alias (¡Ay Alejandro Cancelare!) nos usan como mensajeros del mal. Somos los conejillos de india de la Teoría de la Bala Mágica de Laswell, pero con peores ideólogos y con ejecutantes aún más mediocres.
No se enojen con nosotros, tienen los comunicadores que se merecen.
(*) Periodista, docente, descendiente de Doña Eugenia Tapia de Cruz.