Prohuerta y el colegio Marín se unen en una experiencia educativa al aire libre que combina la acción colectiva y el voluntariado de grandes y chicos
La cancha de básquet y el viejo polígono de tiro del colegio sanisidrense seguramente albergan muchos logros deportivos, a lo largo de sus más de cien años de historia, pero hoy un aula diferente se levanta en las mismas instalaciones, en donde no solo se comparte conocimiento valioso, sino que también se juntan grandes y chicos para compartir una experiencia educativa que va más allá. La participación comunitaria es uno de sus ejes principales que después se lleva a la mesa.
Prohuerta es un programa que con una mirada inclusiva promueve las prácticas productivas agroecológicas para el autoabastecimiento, la educación alimentaria, la promoción de ferias y mercados alternativos.
En este sentido el Colegio Carmen A. de Marín acostumbrado a llevar proyectos educativos con una mirada desde la experiencia como parte del aprendizaje, vio una oportunidad para ir más allá.
Es así como se abordó el proyecto en un aula al aire libre que propone una actividad educativa un tanto especial, una temperatura ideal marca el día, un sol radiante hace de iluminación y algunas nubes pintan el cielo que enmarcan una vista que deja ver a lo lejos el río.
El entusiasmo de grandes y chicos, inunda el espacio donde se ven enormes y coloridas verduras de temporada pimientos, tomates, berenjenas, zapallitos, zucchinis también se ven grandes y hermosos alcauciles, lechugas de diferentes tipos que se abren como ramilletes.
Una vieja cancha de básquet y el polígono del colegio albergan líneas de diferentes cultivos que van y vienen, es el espacio que el Colegio Marín y el programa Prohuerta del INTA destinaron para albergar al espacio educativo.
Un lugar en donde cada pieza encastra a la perfección un espacio para los plantines y semillas, la zona de producción del compost y el fertilizante, el sector de guarda de materiales, la feria con comida elaborada con productos de la huerta, todo en un marco muy organizado y atendido por las colaboradoras y promotoras del programa.
Un espacio que sin ser la gran extensión de tierra asombra por ser tan fecundo, tan diverso, y aloje también a dos grupos bien diversos por un lado los alumnos del colegio y por el otro los adultos que concurren al programa, un ejemplo de inclusión sin lugar a dudas.