¿Es compatible el sostenimiento de la república con un sentir social antipolítico?
¿En qué creen quienes no creen en nada? La sociedad se inserta en un nuevo escenario electoral venidero, donde aquel que desee triunfar deberá ser lo suficientemente inteligente y radical en su propuesta para captar la realidad social del momento. Por Pablo Cos (*)
La republica por definición se conforma por la organización del Estado, a través de autoridades electas por los ciudadanos para un período determinado, cuyas acciones deben estar dirigidas al sostenimiento del interés común, la justicia, la igualdad y la preservación de democracia, entre otros valores fundamentales y no menos destacables.
Desde hace un tiempo a la fecha, en especial, en el periodo de gobierno ejecutado por el kirchnerismo (2003-2015), la palabra república pareció haber quedado vacía de contenido debido a los métodos utilizados en la administración del poder y los recursos. A modo de ejemplo, creo válido recordar, que en la llamada década K, se utilizaron recursos para dividir a la sociedad en dos clases bien definidas: los que estaban con el pueblo y los antipueblo, estos últimos, agrupados en el sector desestabilizante, que era mostrado como un enemigo interno o externo, dependiendo de la conveniencia, a quien siempre se le atribuían todos los fracasos y males en los que podía caer el líder populista.
O sea, el pueblo, quien por definición era honrado, democrático, austero y el único que podía garantizar la gobernabilidad y progreso, porque precisamente, era el pueblo, voz y brazo ejecutor de los oprimidos. Bajo este binomio, se movían en aquella época los políticos y representantes sociales oficialistas, o sea, bajo la siembra e inyección del odio y el fraccionamiento, método que por años le garantizó la permanencia en el poder nacional, provincial y para el caso de Escobar, aun hoy en el Municipal.
Este fenómeno social, fue captado por el frente Cambiemos, siendo claramente expuesto y develada la argucia populista, a través de un sólido y constante mensaje electoral, que posibilitó el acceso de la coalición (Pro, UCR y C.C), al Gobierno Nacional, a la Jefatura de gobierno de la C.A.B.A. y a través, de Maria Eugenia Vidal, al de la Provincia de Buenos Aires, entre otros.
Hoy a casi dos años de aquel triunfo sin precedentes, la sociedad se inserta en un nuevo escenario electoral venidero, donde aquel que desee triunfar deberá ser lo suficientemente inteligente y radical en su propuesta para captar la realidad social del momento, comprendiendo, que todavía la grieta no está sellada, y aun, hay ciudadanos que están viviendo un fenómeno o sentir llamado el movimiento antipolítico o de aquellas personas que aparentemente no creerían en nada, quienes sienten anemia por la cosa pública y que estarían convencidos que la política es sinónimo de corrupción, un medio para lograr estabilidad en el empleo público y sobre todo, un ámbito propicio para recrear la vagancia, en síntesis, un medio de vida para quienes no quieren hacer nada y desean tener un buen vivir.
Los partidos y dirigentes políticos que aspiren a seguir con la idea de los vientos de cambio, deberán tomar nota de las necesidades de este gran grupo, proponiendo con sus acciones, que saben que aquellos que parecen o sienten no creer en nada, creen en algo mucho más profundo e importante, creen en las CAUSAS, o sea, creen en valores democráticos, en la libertad de la persona, entendiendo por libertad, no solo la posibilidad de ir a votar una vez cada tanto sino en la posibilidad de hacerlo sin ataduras, sin prebendas, sin sentirse condicionados por algún agente externo, por una persecución política, judicial o administrativa, o sea, sin extorsiones. Esa parte del electorado, cree que existe un derecho a vivir en paz, criar a sus hijos y a disfrutar con los ancianos en un ambiente sano y equilibrado, acorde a las capacidades normales y especiales que todos podemos llegar a detentar.
Esa porción, que parece no tener voz ni voto, ni representación, es el nuevo desafío propuesto a los dirigentes políticos modernos quienes deberán convencerlos, ya no sobre la necesidad de cambio y alternancia en el poder, sino sobre su honestidad, profesionalidad y capacidad para resolver los problemas diarios que padece la gente común.
(*) Abogado, ex Director de la Secretaría Contravencional Escobar, vecino de Garín.